La Torre

Está realizada en ladrillo, es de planta cuadrada, exenta del macizo de la iglesia a la que se le unió la fábrica de aquélla en un estilo diferente y posterior renacentista. Se ubica a sus pies en el lado occidental. Si consideramos la torre como construcción primera, la iglesia se situaría en su saliente.

Su colocación respecto de la iglesia supone una continuación de la nave central o principal, pero no en estricta simetría, sino más bien desplazada un poco hacia la izquierda, acercándose a la nave norte. Linda en su parte este con los pies de la iglesia, al norte con un atrio barroco posterior a la fábrica general, al sur con un pequeño muro mudéjar (único vestigio arqueológico de la desaparecida iglesia mudéjar que fue sustituida por la actual iglesia renacentista). El oeste es el único frente libre quedando totalmente al descubierto.

El exterior no refleja ni se corresponde con el interior, algo frecuente en las torres mudéjares aragonesas, ya que al interior está dividida en 6 pisos que cubren con bóveda de cañón. El exterior se estructura en tres cuerpos fundamentales.

• Primer cuerpo: Es liso en su totalidad sin ningún tipo de decoración ni cerámica ni de ladrillo. Las cuatro caras constituyen paramentos lisos con ladrillo a cara vista, aparejado a soga y tizón. Presenta un basamento en talud, del que se separa por una pequeña imposta abocelada de ladrillo aplantillado. Queda dividido en dos por un voladizo de ladrillo en forma de espiga verde, blanca y azul, formando una especie de puntas de flecha. Esta imposta coincide en altura con el alero de la iglesia.

Estos dos primeros cuerpos de la torre no son estrictamente iguales, ya que el inferior es un poco más bajo y ancho. Los vanos que se advierten en el oeste son recientes, siendo de pequeño tamaño y sin guardar ninguna estética con el conjunto de la construcción.

• En este segundo cuerpo se colocó en 1802 el nuevo reloj. En la restauración de la torre a fines del siglo XX se quitó este reloj para conservar en la capilla de San Pedro su maquinaria por su inestimable valor.
• Tercer cuerpo: Es el que constituye el cuerpo de campanas. Se separa del cuerpo bajo por una imposta de ladrillo resaltado aplantillado en forma de toro y estrechas cenefas de azulejería alternado los colores blanco y azul, formando un dibujo geométrico en forma de ángulo.

Este cuerpo presenta en sus cuatro caras dobles vanos ajimezados tapiados, encuadrados por alfiz y enmarcados por un sistema decorativo de forma rectangular con ladrillos en resalte sobre fondo rehundido formando lazos de cuatro octogonales, rodeado tanto en su interior como en su exterior por una cenefa semejante a la que separa los dos cuerpos de la torre. En ella se alternan los colores blanco y azul. El fondo de este encuadre se decora con cerámica blanca y verde.

Con posterioridad a la construcción de la torre la instalación de las campanas rompió esta decoración. Así se practicaron unos vanos que no son iguales en el número ni en la forma. En el lado oeste hay dos con arco de medio punto. El resto de las caras presenta un único vano, de medio punto en la cara norte y sur y un poco apuntado el del lado este.

Una nueva imposta sirve de límite entre la torre propiamente dicha y la terraza. Esta imposta es más sencilla que las anteriores, sin azulejería, constituyendo una leve línea por medio de ladrillo. La terraza se encuentra rodeada por almenas, con una torrecilla octogonal ubicada en el centro.

Su principal motivo decorativo es el lazo de cuatro octogonal, presenta parangón con la torre de San Martín de Teruel de comienzos del siglo XIV, la cual en su cuerpo inferior nos ofrece una faja ancha de dos líneas de lazos de cuatro, y cuyos fondos se revisten con azulejos de damas y estrellas a dos colores; con la torre del Salvador de Teruel añadiendo una línea más de lazos de cuatro. La torre de Terrer es el último ejemplo en la que encontramos el lazo de cuatro constituyendo una faja, situada en la parte superior del cuerpo bajo de la torre con estrellas cerámicas que ornan los fondos.

Más similar por la disposición, no ya en fajas, sino en encuadre de alfiz enmarcando un arco apuntado, es la torre de San Miguel de Zaragoza. En ella al igual que en Longares el motivo se sitúa en el cuerpo de campanas, pero no lleva como fondo ningún tipo de cerámica.

La torre de Torralba de Ribota es parecida en la situación del enmarque, cuya franja de lazos orla en cada frente un arco apuntado con hueco para las campanas. Muy semejante es el enmarque de la torre de Quinto de Ebro, que orla igualmente un arco apuntado con recuadro y nudo encima.

La torre de Tobed mezcla las dos disposiciones de faja y enmarque; de esta manera la primera aparece en el cuerpo inferior, mientras que la segunda encuadra el reloj situado en el piso superior.

Ninguna de estas torres presenta la finura de ejecución de la torre de Longares, ya que el lazo de cuatro es tosco y grande en las torres citadas, mientras que en Longares el tamaño se reduce, orlándose a su vez tanto interior como exteriormente con esa fina cenefa de puntas de flecha que le da la calidad de trabajo bien ejecutado.

Se realiza en su parte baja, a ras de tierra, por el interior del templo, desde el sotocoro. Al interior la torre se divide en seis cuerpos, en todos ellos se repite el sistema de bóveda de medio cañón. El sistema de escaleras en su primer cuerpo es de peldaños adosados a la pared con bovedillas en arco rampantes, características de la segunda mitad del siglo XVI. Este primer cuerpo cierra en bóveda de medio cañón, cuyo eje es el de la iglesia. De aquí se accede al segundo cuerpo por el sistema de hueco practicado en un ángulo.

En este segundo cuerpo encontramos el testimonio arqueológico de lo que sería la primitiva entrada, un arco ciego colindante a la fábrica de la iglesia, pudiéndose admirar en la armadura de aquélla. Para su acceso se utilizaría escalera de mano, sistema que podemos ver en otras torres militares aragonesas, como la de Villarreal.

El tercer cuerpo sigue el sistema de bóveda de medio cañón y en el mismo eje de la iglesia. Se ilumina por un vano sur-este, derramado al interior y abovedado con cimbra en arco rebajado.

El último piso o campanario se abre en sus cuatro lados con grandes vanos. En el lado sur-oeste abre en dos vanos en arco apuntado y en el lado norte un vano también apuntado presentado éste último dos pequeños arcos sobrepuestos. Los otros dos, en arcos rebajados, están abiertos con posterioridad.

El acceso a la terraza se realiza por un hueco en alto entre los dos arcos apuntados del lado sur-oeste, que es original y se cubre con bovedillas por aproximación de hiladas. Falta el sistema de cubierta original, quedando abierto al cielo.

Es una torre cristiana de carácter militar. Podemos señalar como semejantes a la del Villar de los Navarros y la de Villarreal.

Las noticias documentales sobre la construcción de la torre de Longares no son demasiado precisas. Mario de la Sala Valdés dice que desde 1330 a 1470 los fieles dejaban limosnas para terminar su fábrica y que el rey don Martín, en 1407, confirmó a la villa la percepción de la primicia con cargo a emplear sus productos en la fábrica de la iglesia, pero es sin duda, un periodo de tiempo exageradamente amplio para la edificación de una torre. Francisco Iñiguez Almech recogió el dato de que en 1424 ya existía de viejo. Gonzalo Borrás retrasa la fecha a la segunda mitad del siglo XIV.

Ante la inexistencia de documentos que aclaren la fecha exacta, teniendo en cuenta estructura y decoración se podría situar en el segundo tercio del siglo XIV. Se podría datar hacia 1390 cuando era rector de la iglesia de Longares Don Francisco de Aguilón, quien muy bien pudo haber impulsado su construcción. Recuérdese que el famoso cáliz de Longares es una pieza de orfebrería que lleva los escudos del Francisco de Aguilón y del arzobispo Don Lope Fernández de Luna, y que significa un periodo de mecenazgo artístico que conviene cronológicamente a la torre.

La escasa ornamentación de la torre es debida a su finalidad ya que era una torre militar lo que interesaba era la defensa. En esta torre no se busca un goce visual ni una desmaterialización de la arquitectura por los reflejos de la luz en la cerámica, como ocurre en otras torres mudéjares aragonesas.

Desde el 14 de Diciembre de 2001, la torre mudéjar de Longares es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.