Acerca de los orígenes prehistóricos de Longares las noticias son vagas y existe un vacio que sólo las investigaciones arqueológicas podrán llenar.
La historiografía del siglo XVI, menciona a Longares en algunos autores, como Florián de Ocampo, Los cuatro libros primeros de la crónica general de España, libro IV, cap. XVI, como pueblo de los edetones antiguos; noticia que es reiterada poco después por Andrés Poza, De la antigua lengua, poblaciones y comarcas de las Españas, en que de paso se tocan algunas cosas de la Cantabria, Bilbao, 1587.
Podemos citar al profesor de prehistoria F.Burillo: “que las investigaciones que se han hecho en la comarca de Cariñena, han descubierto bastantes yacimientos sobre todo de la época ibérica (siglo V a.C.) en Muel, Alfamén, Longares, Tosos, Paniza, Encinacorba,… y es seguro que una investigación intensa aumentará el número de yacimientos y llenará el hueco de noticias vagas.”
De la época romana queda la tradición, evidentemente posterior, de que al ser trasladados a Valencia el obispo Valero de Zaragoza y su arcediano Vicente, por orden de Daciano, pernoctaron en Longares, en lugar donde hubo un hospicio, calle del Arbellón, y que con tal motivo hubo devotos que propusieron erigir una ermita. El obispo Valero recibió de manos de su diácono Vicente, la carta que le informaba sobre su traslado a Valencia: “Vicente ve preparando lo necesario. Mañana partiremos hacia Valencia y haremos noche en la villa de Longares. Dios mediante”. Se sabe también de la existencia de un poblado romano en la “Loma Blanca”.
El Cronicón de Hauberto de Sevilla, anota que en el año 402 falleció un tal Pantardo, obispo de Longares; testimonio que comentado por Argaiz, supone, sea Longares, la Longariae del cronista. Hay una tradición local que habla del hallazgo de monedas de la época de Wamba (rey visigodo desde el 672- 680) en un campo de Juan de Aramburo, en la partida llamada del Quemado, en 1660; y el mismo Hauberto citado supone incendiada y destruida Longares en 718.
Lo que haya de aceptable en todas estas alusiones a Longares quedaría más clarificado con la prospección del término y castro de Longares a cargo de arqueólogos, para con sus hallazgos, intentar llenar, de manera objetiva, el silencio de fuentes escritas sobre esta villa en etapas prerromana, romana, visigoda y musulmana. Ya que hasta los primeros años del siglo XII y con ocasión de la conquista del reino zaragozano por Alfonso I de Aragón, no existen testimonios escritos fidedignos relacionados con Longares. LA ALTA EDAD MEDIA El llamado, en las fuentes medievales, castro de Longares, aludiendo, sin duda, a alguna defensa existente en el emplazamiento actual de la iglesia de esta villa, debió de incorporarse de inmediato a la ocupación de Zaragoza, a los dominios de Alfonso I de Aragón, tras diciembre de 1118. Alfonso I fue rey de 1104 a 1134, duplicó el territorio del reino de Aragón, con sus conquistas entre 1107 y 1122, ayudado por señores de la península y del mediodía francés, por las Órdenes Militares y por la Iglesia. Lo que era práctica habitual, así como la retribución a los aliados en la guerra, con nuevas tierras y señoríos.
Alfonso I entra en Zaragoza, dominada por los almorávides, el 18 de diciembre de 1118. Tomaría Longares poco después, ya que ocupa Cariñena y llega hasta el puerto de Paniza en 1119.
Algunos autores, como Mario de la Sala Valdés, hablan de que conquistó Longares en 1127 y que Longares era un pueblo de moros bien murado. Los moros seguirían en Longares, pues los reyes suelen ordenar a los nuevos señores que respeten a los labradores musulmanes para evitar la despoblación.
Pero la primera noticia concreta de Longares es posterior. En octubre de 1127, Alfonso I, desde Castilnuevo de Molina daba al obispo de Zaragoza, Pedro de Librana, oriundo del sur de Francia y obispo de Zaragoza hasta 1128, y a sus canónigos para siempre el castillo de Longares, sito entre Cariñena y Muel con sus términos y pertenencias. Esta noticia aparece recogida en el Cartulario Pequeño de La Seo. En estas fechas, concretamente de 1127 a 1154, se fabricó la iglesia antigua en estilo románico.
Que hubo en Longares habitantes cristianos es evidente: al menos un Gaiget de Longares era recompensado con tierras sitas en Juslibol, el 2 de octubre de 1134, por sus servicios en las batallas con el rey Ramiro II. Igualmente, recibieron recompensa los hermanos de Antón (Atón) y Lope de Longares, por la ayuda prestada al monarca en la batalla de Fraga del mismo año:
“Acepto las tierras en Juslibol y guardaré fidelidad a nuestro rey Ramiro II”. “También han sido recompensados tus paisanos de Longares, Antón y Lope, por su valentía en la conquista de Fraga.”
También puede buscarse relación con Longares en la persona de doña Oria Dat, poltrera del rey Alfonso I, quien le dio en julio de 1134 el privilegio de ingenuidad y franqueza. De sus hijos Antón (Atón) y Lope se cita ayuda importante prestada al monarca en la batalla de Fraga de 1134.
En estos años, el reino zaragozano, experimentó una grave despoblación, al paso de la misma para fomento del habitat salió Ramón Berenguer IV. El príncipe de Aragón, precisaba los límites del territorio por el sur hasta el puerto de Cariñena, incluyendo por tanto el término de Longares. La política pro repoblación, decretada en 1138, debe tenerse por aplicable a Longares: por ella se concedía a aquellos que poseyeran tierras, desde 10 años atrás, la propiedad franca de las mismas, para ellos y sus descendientes, así como el disfrute de la prescripción de año y día para las compras y roturas que se realizasen.
Longares debía seguir afecto a la propiedad de San Salvador de Zaragoza; pero la documentación eclesiástica conservada, mantiene silencio absoluto sobre la villa.
En noviembre de 1142 se consolida la frontera sur del reino zaragozano, con la concesión de fuero a la fortaleza y villa de Daroca: Ramón Berenguer IV, príncipe de Aragón, (que había recuperado ese año del Rey de Castilla la Comunidad de Daroca), al otorgar fuero a Daroca y determinar su término, cita entre sus lindes, entre otras poblaciones, a Longares, que al parecer con sus términos, el rey cedía a Daroca. Longares, al igual que otros lugares citados en tal fuero, figuran como sitos en frontera de moros.
La comunidad de Daroca, comprende 110 pueblos, entre villas y aldeas. A dicha comunidad, no pertenecen los pueblos de Aguarón, Encinacorba y Longares, por ser posesiones. En el caso que nos ocupa, Longares es comprado por Jaime II en 1292, para que proporcione rentas y caudales para gastos de obra y mantenimiento del Puente Mayor de Zaragoza.
Cuando el 16 de Julio de 1147, el pontífice Eugenio III, confirmaba al obispo zaragozano Bernardo, las iglesias y límites del obispado, al citar su extremo sur, alude a Daroca y sus castros y villas. No menciona, para nada, localidad alguna del valle de la Huerva, pero confirma en expresión global los límites por la parte de los moros, que desde antiguo se conocían como legítimos, zona en la que, sin duda, se comprende Longares. Fue este pontífice quien, por bula de 1147, incorporó la villa de Longares a la mitra de Zaragoza.
Estaba la villa pues, todavía en dominio temporal del obispo. Unas citas documentales fidedignas (Cartulario Grande de La Seo), mencionan alguna gente de Longares: un tal Bernardo de Longares figura como testigo en unas ventas realizadas en Zaragoza, el 11 de febrero de 1148 y el 19 de diciembre de 1148, y el 2 de marzo de 1150. Y sobre todo Ramón de Longares, prior de San Salvador de Zaragoza, el 20 de agosto de 1150.
Pero no debía ser muy boyante la situación de Longares, ello lo prueba un documento del 9 de marzo de 1154, en el que el obispo de Zaragoza Pedro Tarroja (obispo de Zaragoza de 1152 a 1184), cede a feudo el lugar e iglesia de Longares a Sancho, pabostre de San Salvador, a condición de que repueble Longares, bajo ciertos pactos y condiciones, reteniéndose el prelado el dominio directo y otros derechos. El texto documental de referencia dice:
“Se cede el castillo de Longares, con todos sus términos, que se sabe tenía en tiempo de moros, retiene el obispo el dominio y en la iglesia los derechos eclesiástico y cuarta de las calonias que se perciban de los moros que allí pueblen; el pabostre Sancho poblará Longares, mantendrá el castillo en nombre del obispo y recebirá para él y sucesores las heredades pertenecientes al castillo, excepto cuatro yugadas que se reserva el obispo para sí y sus sucesores”. La cesión de Longares al pabostre continuaba en el año 1170, en que Pedro Tarroja le confiaba atender a la mesada del mes de septiembre, en el reparto de las cargas de la mensa canonical de San Salvador.